Seguridad alimentaria y química, trabajo en equipo para garantizar nuestra salud
La industria química ha sido fundamental para acabar con muchos problemas de la cadena de alimentación. Ya sea contribuyendo a aumentar los rendimientos de cosechas, ideando materiales y procesos para una mejor conservación o aportando elementos para mejorar las condiciones sanitarias o higiénicas de los alimentos, el papel de la química es notable.
La química ya ha demostrado con creces que mejora nuestra calidad de vida y está presente en nuestro día a día de manera segura. Desde el agua potable que llega a los grifos de nuestras casas, con un tratamiento químico que evita la proliferación de bacterias y organismos nocivos, hasta los utensilios de cocina que usamos para cocinar o almacenar alimentos (cuchillos, tuppers, etc.).
En la producción de alimentos se puede destacar del uso de productos agroquímicos para el cuidado de las cosechas, el desarrollo de aditivos alimentarios innocuos (colorantes, aromatizantes o conservantes) o el envasado en atmósfera protectora (se sustituye el oxígeno por otro gas inerte que alarga la fecha de consumo), o la contribución de la química en la implantación de la cadena de frío. Sin estos adelantos difícilmente se hubiera podido cubrir la actual demanda mundial de alimentos.
No obstante, sigue instaurado el recelo al uso la química en alimentación, algo comprensible pero desmedido si tenemos en cuenta que los propios alimentos son en sí mismos compuestos químicos creados por la naturaleza (como hidratos de carbono, proteínas o grasas) y son los que nos nutren.
No cabe duda que el uso de sustancias químicas para mejorar las cualidades de los alimentos implica riegos. Para eliminar cualquier duda existen organismos de la CAPV, estatales y de la UE que velan por la seguridad alimentaria. Estas instituciones realizan controles periódicos sobre empresas y alimentos para garantizar su correcta situación sanitaria. También emiten informes y recomendaciones sobre acciones de mejora o para identificar factores de riesgo.
Este es un trabajo en equipo en el que participan las propias empresas con medidas de autocontrol. En el caso de las empresas alimentarias del País Vasco se auditan en base al Estándar APPCC/HACCP.
También se desarrolla un programa de Seguridad Química de los Alimentos que, entre otros objetivos, evalúa y controla los límites máximos en toda la UE para diferentes sustancias. En este sentido, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha creado el Chemical Hazards Data – OpenFoodTox, una base de datos con más de 4.000 sustancias químicas que ofrece información sobre su toxicidad y presencia en la cadena alimentaria.
La legislación europea, y por lo tanto la española y de la CAPV, es una de las más exigentes en materia de seguridad alimentaria. Por ejemplo, existen límites máximos a los residuos de productos fitosanitarios (Reglamento 396/2005), para los contaminantes en alimentos (Reglamento 1881/2006); para los aditivos (Reglamento 1333/2008) y aromatizantes (Reglamento 1334/2008); o para los materiales y objetos plásticos en contacto con alimentos (Reglamento 10/2011), entre otras normas más específicas.
Bakelite e Igepak: química para proteger los alimentos
Bakelite es una de las empresas que velan por la seguridad y la autoprotección a través del proyecto de Seguridad KIMIKA. Elaboran productos y ofrecen servicios relacionados con la industria alimentaria. Esta empresa ubicada en Lantarón fabrica resinas con múltiples usos, entre ellos el de servir de revestimiento interior en las latas de conserva.
El principal recubrimiento en este tipo de envases es de tipo epoxifenólico y el motivo es sanitario: evitar el contacto directo del alimento con los materiales del envase (acero/aluminio y estaño). Además, este material tiene buenos parámetros de adhesión, flexibilidad y resistencia térmica (aguanta bien la esterilización), además de ser innocuo.
Y otro claro ejemplo es el de Igepak, que fabrica aerosoles que pueden contener alimentos. De hecho, una de las líneas de producción de esta empresa asentada en Usurbil es el envasado de aerosoles de aceite de oliva. Mediante un sistema de doble compartimento (BOV), evita que el producto entre en contacto con el gas propulsor y mantenga así su integridad sanitaria.
Todas las empresas cuentan con estrictos planes de prevención para garantizar la máxima seguridad en la aplicación de sustancias químicas en los procesos de fabricación de productos para la industria alimentaria.
Como ves, disfrutar de la gastronomía con seguridad y mantener rutinas tan cotidianas como la higiene personal, tienen en la química una aliada. En cierto modo, se trata de pequeños gestos de autoprotección continuos de los que no somos conscientes, pero ahí están, gracias a la química.