Isabel de Marco Rodríguez, Catedrática de Ingeniería Química en UPV/EHU: “Al joven talento hay que hacerle ver la relación y utilidad de la química en la vida”
Isabel de Marco representa la experiencia y el compromiso de quien ha vivido la inclusión de la mujer en un sector como el químico, y de quién ha vivido con pasión como catedrática, cada nuevo curso universitario. Isabel cuenta con una versátil carrera profesional y muestra un entusiasmo por la divulgación desde hace más de 30 años. Actualmente prejubilada (y preparándose para ese merecido descanso), hemos tenido el gran placer de charlar con ella sobre su desarrollo profesional como investigadora y la evolución del sector en materia de seguridad frente a emergencias químicas.
– Repasando tu trayectoria vemos que siempre te han atraído las disciplinas técnicas y, animada por tu padre (ingeniero de caminos), decidiste culminar tus estudios superiores en una Ingeniería Industrial. ¿Qué tiene más peso en la elección de una carrera profesional: el entorno familiar/social o las inquietudes personales?
En la elección de una carrera debe tener más peso las inquietudes o gustos personales; van a ser varios años de formación en la disciplina elegida, y se supone que luego la vida laboral se va a encauzar por esa vía. Sería muy duro, por no decir imposible, progresar si los estudios elegidos provocaran rechazo. No obstante, se deben tener muy en cuenta los consejos procedentes del entorno familiar y social, por su mayor experiencia, conocimientos y visión práctica de la vida. Siempre se puede encontrar una formación adecuada a los gustos y capacidades del alumno y que presente unas razonables expectativas de desarrollo profesional; esto último es lo que siempre nos preocupa a los padres. En mi caso así fue, a mí me influyo mi padre y yo he contribuido a la elección de las carreras de mis hijos.
De todas maneras, es inevitable mencionar, que en el momento de extraordinarios y vertiginosos cambios que estamos viviendo (robots, tratamiento masivo de datos, inteligencia artificial…), más importante que la elección de la carrera son las capacidades que se adquieran al cursarlas. De cara al éxito profesional cada vez se valoran más las denominadas habilidades blandas: inteligencia emocional, empatía, potencial de aprendizaje, flexibilidad, trabajo en equipo, comunicación, planificación, responsabilidad, etc., en definitiva, por resumirlo de alguna manera, cualidades que las máquinas no pueden reproducir. Se pronostica que en 5-10 años la mayoría de las personas no estarán realizando la misma actividad laboral que realizan hoy en día, por lo que para triunfar profesionalmente son indispensables dichas habilidades, y muy especialmente la flexibilidad y la capacidad de aprendizaje y adaptación. Por lo tanto, cualesquiera que sean los estudios elegidos estas capacidades deben desarrollarse al máximo.
La vida es química o se rige por la química; respirar, cocinar, impulsar automóviles y aviones, el fuego… todas conllevan una reacción o un proceso químico
– Dentro de la Ingeniería Industrial cursaste la especialidad de Ingeniería Química. ¿Qué te llamó la atención de esta disciplina?
Puede resultar anecdótico, pero la realidad es que la única asignatura que suspendí en la carrera de ingeniería industrial fue la química en primer curso, y tanto en primera convocatoria como en segunda. A base de estudiarla tantas veces, y gracias a un profesor particular que tuve, llegué a dominarla y es entonces cuando le cogí el gusto, y me di cuenta de la enorme relación que tiene la química con la vida cotidiana. Podríamos decir que “la vida es química” o se rige por la química; respirar, cocinar, impulsar automóviles y aviones, el fuego, porque endurece la clara del huevo al cocinarla, porque se echa sal en las carreteras cuando nieva, fabricar nuevos materiales y un sinfín de cosas más, todas conllevan una reacción o un proceso químico.
– ¿Qué fue lo más complicado de superar o lo más sorprendente que descubriste con esta especialidad?
Yo diría que lo más complicado o la dificultad que tiene la especialidad química es que requiere una importante carga memorística, conocer los símbolos de los 118 elementos químicos y su ordenación en la famosa tabla periódica, la infinidad de nombres, fórmulas y estructuras químicas que hay.
Lo interesante es que, aunque en un principio resulta muy tedioso y aburrido, una vez adquieres un cierto nivel de conocimiento, descubres la relación que hay entre la posición del elemento en la tabla periódica y sus propiedades y posibles reacciones, así como entre la composición química y estructura de las sustancias y sus características y comportamiento, y empiezas a ver la conexión entre las fórmulas y los materiales y fenómenos de la vida cotidiana.
– Tras obtener el Doctorado, tu carrera profesional se ha centrado en la docencia y la investigación. Más de 30 años de estudios, artículos, congresos, clases, dirección de tesis, experimentos en laboratorio… ¿Cuál ha sido la labor más gratificante en todos estos años?
Para ser sincera siempre me ha gustado más la investigación que la docencia y me hubiera gustado dedicarle más tiempo a la primera, pero en el mundo universitario obviamente la docencia es lo primero. En un principio lo que me gustaba era la investigación básica, teórica, pero enseguida me di cuenta de que lo importante era que lo investigado tuviera una aplicación real, y pasó a interesarme mucho más la investigación aplicada, especialmente la realizada en colaboración con empresas.
Una actividad que me ha resultado altamente gratificante, y que no se cataloga ni como docencia ni como investigación si no como transferencia a la industria o la sociedad, ha sido la realización de evaluaciones de Informes de Seguridad de establecimientos que almacenan sustancias peligrosas en gran cantidad y que, por tanto, presentan el riesgo de poder causar daños en el exterior del establecimiento en caso de accidente. Existe una legislación que obliga a estos establecimientos a realizar Informes de Seguridad, que son complejos estudios de los posibles accidentes que pueden ocurrir (incendio, explosión, escape tóxico) y de los alcances que podrían tener las consecuencias de los mismos, y en base a ellos la Administración elabora los denominados Planes de Emergencia Exterior cuyo objetivo es proteger a las personas, bienes y medio ambiente. Dada la complejidad de estos informes el Departamento de Industria del Gobierno Vasco recurrió al Departamento de Ingeniería Química y Medio Ambiente de la Escuela de Ingeniería de Bilbao en el año 2006 para solicitarnos que nos involucráramos en la realización de evaluaciones o revisiones de esos Informes de Seguridad, con el fin de garantizar que las hipótesis de accidentes planteadas y los cálculos realizados eran correctos, y que toda la información recopilada en dichos informes era coherente y conforme a la legislación.
Esta actividad ha sido altamente enriquecedora ya que implica estar en contacto con la Administración (Departamento de Industria, Delegación de Atención de Emergencias) y con los industriales de los establecimientos, estudiar en detalle los procesos reales llevados a cabo, las características y riesgos de los productos químicos presentes, visitar en persona los establecimientos, trabajar con programas informáticos que simulan la evolución de los potenciales accidentes, proponer soluciones o alternativas que limiten las consecuencias de los accidentes. Es un trabajo interesante y apasionante, de gran valor y utilidad ya que supone colaborar en una mejor protección de la sociedad. Pero es que además tiene un valor incalculable para nuestra actividad docente e investigadora en ingeniería química, por ese contacto estrecho con las instalaciones, procesos y problemas reales de la industria química.
– También habrás notado un gran salto cualitativo y cuantitativo en las últimas tres décadas. ¿Qué diferencias hay entre enseñar química en tus inicios y hacerlo ahora?
La enseñanza hace tres décadas era más sencilla y cómoda para el profesor, pero mucho más limitada. Entonces no había ordenadores a disposición ni de profesores ni de alumnos, ni existía internet. El profesor preparaba la asignatura extrayendo y sintetizando la información de unos pocos libros especializados (que no eran fáciles de conseguir) e impartía la docencia mediante clases magistrales y haciendo un uso intensivo de la pizarra. Los alumnos no tenían más fuente de información que el profesor y se veían obligados a tomar apuntes, ya que era frecuente que no existiera un único libro que cubriese todos los contenidos de la asignatura. La enseñanza universitaria de hoy en día no tiene nada que ver con aquella, se dispone de muchísimos medios: ordenadores, equipos audiovisuales para proyectar imágenes, textos y vídeos, e internet con toda la información y posibilidades que nos brinda, el uso de la pizarra es mucho más limitado y el alumno dispone de plataformas docentes virtuales donde puede acceder a los diferentes contenidos tanto teóricos como prácticos de la asignatura. Hoy en día, se puede transmitir a los alumnos mucha más información y más completa y realista, el peso de la docencia ya no recae solo en las clases magistrales, estas se combinan con trabajos y proyectos que se encomiendan a los alumnos, y hay mucha más interacción profesor-alumno gracias al correo electrónico y a las plataformas docentes virtuales. Con tanta información y medios disponibles y dado el mundo tan cambiante en el que vivimos, no nos ha quedado más remedio que convertir en realidad la máxima de “enseñar a aprender” y que el alumno “aprenda a aprender”.
Un reto fundamental es incorporar el tratamiento masivo de datos y la inteligencia artificial a la química
– ¿Cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta un futuro Ingeniero/a Químico?
Por un lado, va a tener que digerir y aplicar la ingente, creciente y cada vez más exigente legislación y normativa relativa a calidad, seguridad, medio ambiente y sostenibilidad.
Por otro lado, va a tener que conseguir que los procesos y actividades del sector químico sean extremadamente seguros, sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, pero optimizando costes y sin perder competitividad.
Por último, al igual que en otros muchos sectores, un reto fundamental es incorporar el tratamiento masivo de datos y la inteligencia artificial (big data, machine learning, deep learning) a la actividad, con el fin de optimizar procesos y hacerlos más seguros, eficientes y competitivos, mediante las predicciones y sugerencias que pueden aportar dichas tecnologías: mantenimiento predictivo, ajuste de la producción a la demanda, simulaciones del comportamiento de nuevas formulaciones, simulación del efecto de distintas variables de operación, variación de parámetros del proceso para reducir consumos energéticos, y un amplio abanico de posibilidades más.
– Este sector, al igual que ocurre con otras áreas técnicas, siempre se ha asociado a puestos masculinos. ¿Crees que hay representación femenina suficiente en el sector?
En los inicios de mi actividad en la Universidad (años 80) no se veían mujeres en las plantas químicas, a excepción de en los laboratorios, pero poco a poco se ha ido incrementando su presencia llegando actualmente a tener un peso considerable. Quizás no se ven muchas mujeres con casco y botas como jefas de producción a pie de planta química, pero si muchísimas como jefas de calidad, de seguridad y/o de medio ambiente.
– ¿Cómo se puede incentivar al joven talento a interesarse por esta materia y por trabajar en la industria Química vasca?
Hacerles ver la relación y utilidad de la química en la vida, lo mucho que la industria química aporta a la sociedad. Por desconocimiento hay una tendencia a pensar que los establecimientos químicos son algo ajeno a la sociedad, parece que es un negocio de unos pocos que se están enriqueciendo a costa de dañar el medio ambiente, cuando en realidad están fabricando productos que son imprescindibles para nuestra vida cotidiana (gasolina, materiales plásticos, detergentes, cosméticos, productos farmacéuticos, etc.), y sin ellos no podríamos vivir con el confort y los medios que vivimos actualmente. Es fundamental transmitirles que la industria química es imprescindible, que hay que lograr que sea segura, respetuosa con el medio ambiente y sostenible, y que tiene muchísimo que aportar tanto a la transición verde, como a la economía circular (reciclado de residuos) y a la generación de nuevos materiales como los denominados materiales inteligentes, que experimentan cambios observables cuando son estimulados de alguna manera (termocromáticos, electroactivos, materiales con memoria de forma, materiales autoreparantes entre otros), materiales biocompatibles y biónicos de aplicación en el sector sanitario, o materiales de altas prestaciones que permitan conseguir celdas solares más eficientes, baterías de mayor autonomía, materiales de construcción más duraderos, plásticos biodegrables o altamente reciclables, etc., en definitiva nuevos materiales que contribuyan a la evolución, bienestar y resolución de problemas de la humanidad.
– Mujer e industria. El binomio que ya es inseparable. ¿Cómo lo fomentamos?
Considero que actualmente la presencia de la mujer en la industria es bastantes significativa. Los medios de comunicación, internet, redes sociales, etc… nos permiten ver tanto hombres como mujeres realizando todo tipo de actividades, y tanto en la industria como en cualquier otro sector; cada vez menos se etiquetan las profesiones como masculinas o femeninas. En mi opinión lo que hay que fomentar es la igualdad de oportunidades en todos los sectores, para que hombres y mujeres puedan elegir desarrollar su actividad laboral en el ámbito que más les interese. Pretender que haya paridad en todas las actividades y profesiones no me parece realista.
La industria química es transcendental en la transición verde. Gracias a ella se puede obtener tanto energía como materias primas químicas a partir de fuentes renovables.
– Has participado en la patente de un método para la revalorización del vapor durante el reciclaje de fibras de carbono. Con tu experiencia, ¿cómo valoras el papel de la industria química en el desafío de la transición verde?
El papel de la industria química en la transición verde es trascendental. Mediante procesos químicos se puede obtener tanto energía como materias primas químicas a partir de fuentes renovables (materia vegetal o residuos orgánicos domésticos o industriales). Todos los productos que se derivan de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural) pueden obtenerse a partir de biomasa, desde hidrógeno hasta gasolina; es lo que se denomina procesos de biorefinería.
Por otro lado, la industria química puede aportar una solución al gran problema actual que suponen los residuos poliméricos o plásticos. Estos se sintetizan a partir de materias primas derivadas del petróleo; mediante un tratamiento termoquímico se puede revertir el proceso y volver a obtener las sustancias químicas originales u otros productos valiosos. Un claro ejemplo es la patente mencionada, que permite optimizar el proceso de reciclado de residuos de materiales compuestos de fibra de carbono y resina polimérica; mediante calentamiento se descompone la resina obteniendo la fibra de carbono limpia y apta para reutilizarse, y por tratamiento termoquímico de los vapores derivados de la resina se producen líquidos que contienen sustancias químicas valiosas y gases ricos en hidrógeno.
-En este sentido, el hidrógeno se está posicionando como un elemento clave y Euskadi es ya un ‘hub’ de gran relevancia en movilidad y energía del futuro. ¿Qué retos tenemos por delante?
El hidrógeno (H2) está cobrando un gran protagonismo como energía verde del futuro, con cero emisiones tanto si se utiliza en pilas de combustible para generar electricidad como si se emplea en motores, turbinas o calderas. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer antes de que llegue a ser una realidad a gran escala.
El principal problema es que para que el hidrógeno sea efectivamente una energía verde, el proceso de producción del mismo ha de ser también verde, y para ello o bien se produce por electrolisis del agua mediante energías renovables (eólica, fotovoltaica, termosolar) o bien se obtiene mediante procesos termoquímicos a partir de materias primas renovables no fósiles como biomasa o residuos orgánicos. En cualquier caso, hoy por hoy, cualquiera de las dos vías conlleva unos gastos de producción drásticamente superiores a los de obtención de H2 por la vía tradicional a partir de gas natural o de fracciones derivadas del petróleo. La electrólisis mediante fuentes renovables tiene la limitación de depender de fenómenos atmosféricos, lo que condiciona la producción a demanda y a gran escala. La segunda vía presenta el atractivo de producir H2 y a la vez ser una solución para el tratamiento de residuos como los plásticos, sin embargo es un proceso muy complejo que conlleva la generación de muchos subproductos sólidos y líquidos, además de otros gases diferentes al H2. No hay más que tener en cuenta que por ejemplo la madera únicamente tiene un 5-6% en peso de hidrógeno, y los residuos plásticos, son muy variables pero como mucho podrían llegar al 16%, luego el restante 84-95% serán subproductos que no solo no deben ser contaminantes o peligrosos, si no que se debe conseguir que tengan cierta utilidad o valor, para que el proceso sea económica y medioambientalmente viable.
En segundo lugar queda largo camino por recorrer en cuanto al desarrollo de las instalaciones e infraestructuras necesarias para la producción de H2 verde (hirogeneras) a gran escala, así como para el almacenamiento, distribución y aprovechamiento masivo del mismo; ni las redes de distribución ni los motores, turbinas y calderas actuales están preparados para operar con H2 puro, y tampoco existen apenas puntos de repostaje (hidrolineras) y los que hay tienen baja capacidad de suministro y no son instalaciones comerciales rentables si no financiadas por iniciativas, proyectos o programas públicos o privados destinados a impulsar el hidrógeno como vector energético del futuro.
Por último, un aspecto de gran importancia para el desarrollo del hidrogeno es garantizar la seguridad. El hidrógeno es un gas extremadamente inflamable en un rango muy amplio de concentraciones (4-74% en aire) por lo que presenta un alto riesgo de incendio y explosión, el H2 está constituido por las moléculas más pequeñas que existen, por lo que su facilidad de difusión y fuga es muy elevada, la energía requerida para la ignición del H2 es mínima, en consecuencia, cualquier chispa o roce puede causar su ignición o incluso por simple calentamiento puede autoinflamarse. A todo ello hay que añadir que, aunque el H2 tiene una energía por unidad de masa elevada su energía por unidad de volumen es baja, lo que implica que, para trasportarlo y almacenarlo ocupando unos volúmenes razonables, hay que hacerlo a muy altas presiones, del orden de 700 bares, lo que hace aún más crítica su seguridad.
Actualmente ya existen hidrogeneras basadas en energías renovables, plantas experimentales de producción de H2 a partir de biomasa, hidrolineras, coches y autobuses de H2, etc. Las instalaciones para la producción y utilización del H2 existen, el reto está en conseguir producirlo, distribuirlo y consumirlo a gran escala y de forma competitiva, segura y sostenible, para así lograr un uso generalizado del hidrógeno.
Afortunadamente Euskadi cuenta con el corredor vasco del H2, un consorcio formado por 78 organizaciones incluyendo múltiples empresas y varias instituciones, creado por iniciativa de Petronor y Repsol en el 2021, con el objetivo de impulsar el uso del hidrógeno en los sectores energético, industrial, residencial y de movilidad. Actualmente cuenta con 38 proyectos que aspiran a resolver los diversos retos que se plantean para la producción y utilización generalizada del hidrógeno.
La seguridad en las industrias químicas de Euskadi es elevado.
– Regresando a tu trayectoria, además de investigación y docencia también has colaborado en la evaluación de informes de seguridad de establecimientos con sustancias peligrosas. ¿Cuál es el nivel seguridad y prevención en Euskadi? – ¿Cómo ha evolucionado el compromiso por la seguridad y la prevención en dichos establecimientos a lo largo de tu trayectoria profesional?
El nivel de seguridad en las grandes industrias químicas de Euskadi es actualmente elevado. Rompiendo una lanza en favor de la industria química, hay que decir que en general la concienciación con la seguridad y la prevención ha sido mayor que la de otras industrias. Los graves accidentes producidos en el pasado en establecimientos del sector químico (Seveso (Italia), Bophal (India), San Juan Ixhuatepec (México)…) han conducido a que las administraciones establezcan abundante legislación muy exigente para prevenir y controlar los riesgos de accidentes con sustancias peligrosas, tanto en el interior como en el exterior de los establecimientos, y a que muchas empresas químicas, por propio interés y concienciación, ya contaran con procedimientos de operación seguros y altos niveles de seguridad antes de que aparecieran las sucesivas leyes en materia de seguridad.
En Euskadi se cuenta con la valiosa ayuda de AVEQ-KIMIKA (asociación Vasca de Empresas Químicas), una asociación de más de 100 empresas del País Vasco, creada por las propias empresas con el fin de potenciar su seguridad y sostenibilidad, así como conseguir un estricto cumplimiento de la ingente legislación que afecta al sector. Dentro de las empresas asociadas hay unas 30 que, por almacenar sustancias peligrosas en gran cantidad, son consideradas de mayor riesgo y por ello están afectados por una ley de gran exigencia, el RD 840/2015 por el que se aprueban medidas de control de los riesgos inherentes a los accidentes graves en los que intervengan sustancias peligrosas, conocida como Directiva Seveso (antes RD 1272/1999).
Como ya he mencionado, estas empresas están obligadas a realizar unos complejos Informes de Seguridad, en los que se analizan los posibles accidentes con sustancias peligrosas y la magnitud de sus consecuencias, y en función de ellos la Administración elabora los Planes de Emergencia Exterior para proteger a la población, medio ambiente y bienes materiales.
En 2006, el Departamento de Ingeniería Química y del Medio Ambiente de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, a través de la Fundación Euskoiker, fue acreditado por el Gobierno Vasco como Entidad Evaluadora de Informes de Seguridad. Desde entonces hemos colaborado en la revisión exhaustiva de los mencionados informes. Hasta entonces solo se realizaba una revisión formal de los informes, de ahí que el Departamento de Industria del GV solicitara nuestra colaboración.
En un principio nos encontramos con que muchos Informes de Seguridad eran claramente deficientes, tenían múltiples errores e incoherencias tanto en la descripción del establecimiento como en el planteamiento de las hipótesis de accidente y en los cálculos de consecuencias; llegamos a ver informes en los que se evidenciaba que estaban hechos con plantilla, calcados de los de otros establecimientos, encontrando incluso que en algún punto no se había cambiado el nombre del establecimiento.
Desde entonces la calidad de los Informes de Seguridad de los establecimientos del País Vasco afectadas por la directiva Seveso, y en consecuencia la propia seguridad de dichos establecimientos, ha mejorado drásticamente. Los industriales se involucran mucho más en la realización de los informes, las consultoras o entidades que los elaboran lo hacen con mayor rigurosidad y minuciosidad y aplicados específicamente al establecimiento concreto.
AVEQ-KIMIKA presta un servicio mucho más técnico a las empresas asociadas, incluso elaborando los propios Informes de Seguridad para muchas de ellas. El Gobierno Vasco, en colaboración con las entidades evaluadoras y con AVEQ-KIMIKA, ha establecido guías y criterios que facilitan y normalizan o metodizan la elaboración de los Informes de Seguridad. En las evaluaciones de los informes se acostumbra a proponer medidas para reducir los riesgos de accidentes, tanto para disminuir la probabilidad de que ocurran como para reducir el alcance de las consecuencias, y los industriales, en la medida de lo razonablemente posible, implantan dichas medidas. La Administración realiza sesiones de información a la población colindante a cada establecimiento afectado por Seveso sobre cómo actuar en caso de alarma de accidente, se realizan simulacros, y existe una estrecha colaboración entre la Administración, la industria (representada por AVEQ-KIMIKA) y las Entidades Evaluadoras.
Todo ello se ha traducido en una drástica y continua mejora en todo lo referente a la protección de la población, bienes materiales y medio ambiente frente a los riesgos de accidentes graves con sustancias peligrosas que puedan acontecer en la industria química.