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Industria química y sostenibilidad: vanguardia en la transición verde

La química ha logrado infinidad de avances para la humanidad desde su nacimiento como ciencia moderna en el s.XVII. Cuatro siglos a la vanguardia de descubrimientos e investigaciones que nos han llevado a conquistar retos nunca antes superados por la humanidad. Ahora, nos enfrentamos a uno de los mayores de nuestra historia: lograr el equilibrio con nuestro planeta. Un desafío en el que la química vuelve a estar en primera línea.

El 25 de septiembre de 2015 es una fecha clave en ese objetivo. Ese día, el mundo se puso de acuerdo: se debían adoptar un conjunto de objetivos globales para asegurar la prosperidad del planeta. Los líderes mundiales de los 193 países de la ONU establecieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que debían cumplir dentro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Así nacieron los ODS, un compromiso común y universal con tres objetivos clave: erradicar la pobreza y el hambre, garantizar una vida sana y proteger el planeta. Esta última meta es fundamental, porque de ella dependen todas las demás. Además, el cuidado de nuestro planeta, el hogar de toda la humanidad, implica necesariamente adoptar medidas individuales y colectivas para combatir el cambio climático.

De este modo, la Unión Europea se ha comprometido con el Pacto Verde Europeo, una serie de iniciativas centradas en el clima, el medio ambiente, la energía, el transporte, la industria, la agricultura y las finanzas. El objetivo es avanzar hacia una transición ecológica y alcanzar la neutralidad climática en 2050. De ser así, sería el primer continente en conseguir este reto que, como decimos, implica actuar en todos los ámbitos y sectores.

Industria química: más circular, sostenible y siempre al servicio de las personas

El compromiso de la química, tanto con los ODS como en el Pacto Verde de la UE, es firme. De hecho, la industria química ya pone en práctica la economía circular, reduciendo los residuos o reaprovechándolos para mejorar su eficiencia, y participa activamente en muchos de los avances que hacen posible una movilidad o un modelo energético sostenible. Estos compromisos se alinean con los objetivos de consumo y producción responsable (ODS 12), una energía asequible y no contaminante (ODS 7) o acción por el clima (ODS 13).

Del mismo modo, la química impulsa el uso eficiente de los recursos con materias primas alternativas: hidrógeno verde o desarrollo de bioproductos (biocombustibles o biomateriales). El objetivo es reducir el CO2 emitido y lograr ciudades sostenibles (ODS 11).

Según la ONU, el 70% del consumo de energía y de las emisiones mundiales de CO2 proceden de las ciudades. Así, la química pone el foco en reducir la huella de carbono para avanzar en sostenibilidad. Y eso se consigue, por ejemplo, a través del reciclaje de CO2, que la química transforma en metanol, disolventes, detergentes, fibras, plásticos y otros muchos materiales y procesos (alimentación o tratamiento de aguas).

Además, el sector químico contribuye al crecimiento de las energías renovables proporcionando materiales prácticos y resistentes: resinas, poliéster o fibras vidrio que reducen el peso y mejoran la resistencia y la aerodinámica de los aerogeneradores, o el silicio de los paneles solares. También lidera investigaciones con nuevos materiales, como las perosvkitas o el grafeno, para maximizar la captura de energía solar, o nuevas tecnologías para almacenarla en baterías.

No hace falta indicar que el sector químico incide positivamente en el objetivo industria, innovación e infraestructuras (ODS 9). No solo porque es uno de los sectores más potentes de la economía mundial (sólo en España hay más de 3.000 empresas y genera el 5,4% del PIB y el 3,7% del empleo), sino porque está presente en innovaciones imprescindibles en la digitalización, desde el mismo núcleo del cableado de fibra de vidrio.

Pero el compromiso no es solo medioambiental, energético y tecnológico. Con su actividad, la industria química también contribuye de manera directa a otros objetivos. Destaca el de asegurar un suministro de agua limpia y saneamiento (ODS 6). De hecho, la industria química proporciona el cloro que potabiliza más del 98% del agua que consumimos. Y es que la técnica de cloración ha logrado duplicar nuestra esperanza de vida desde el siglo XIX, erradicando de casi todos los países enfermedades entonces habituales como el cólera o la disentería.

Además, a través de la química se fabrican canalizaciones para el agua mediante polímeros (polietileno y PVC), y también posibilita, mediante membranas de filtración, poder transformar el agua salada en dulce para consumo, riego o uso industrial.

Pero el agua no es el único recurso que la química ayuda a conservar y facilitar. La química también está presente en la cadena de distribución de los alimentos, contribuyendo a los objetivos de hambre cero (ODS 2), salud y bienestar (ODS 3), trabajo y crecimiento económico (ODS 8).

Así, la industria química garantiza la seguridad alimentaria en envases y transporte. También maximiza la producción y protegiendo cosechas, gracias a los fertilizantes, fungicidas e insecticidas; los conservantes y aditivos, que garantizan la calidad y durabilidad de los alimentos; o los productos zoosanitarios, para la protección del ganado.

Otro punto relevante en la salud mundial es la intervención vital de la química en la medicina y la farmacología. ¿Que sería del mundo sin los compuestos químicos de antibióticos, vacunas, analgésicos y otros medicamentos? ¿Cuántas vidas ha salvado el oxígeno medicinal que se destila en industrias del sector químico? A esto hay que añadir el compromiso con la salud pública demostrado por las empresas del sector durante la pandemia de COVID-19.

Además, con acciones individuales en el marco de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en cada empresa del sector químico, también se avanza en la consecución de los objetivos de erradicar la pobreza (ODS 1), mejorar la educación (ODS 4) o impulsar la igualdad (ODS 5).

Estos son solo algunos ejemplos de los retos universales a los que la industria química está dando respuesta. Un sector competitivo y con capacidad para liderar proyectos de I+D+i para acercar la transformación verde hacia la que ya caminamos.